sábado, 15 de enero de 2011

cuatro hipótesis alrededor de la trascendencia.

el amor.
una linda manera de pensar las cosas es desde el amor. el posterior análisis de los actos de nuestra vida utilizando esa vara i no otra, en estas ciencias la matemática suele llevar la delantera, demuestra ser mucho más efectiva. imagina la siguiente escena. yo voy apurado a última hora a buscar a pamela al aeropuerto. escucho la música i pienso en claudia; se forma la certeza de que nunca le he tenido tanto cariño a alguien como a ella. digo forma la certeza, porque no opera acá un prejuicio, me acabo de dar cuenta.
la idea es tierna, sobrecogedora, diría. diría que exagero. Por eso cuando llegué a nuestro departamento después de que me abandonara en pudahuel, hundí las rodillas en la alfombra i lloré más o menos como lloraba cuando era niño, como no lloro ahora. si miramos atrás i vemos cuanto hemos amado, el resultado va a ser siempre lindo i nos va a dejar una sonrisa. yo amo hasta la estupidez, tu amas hasta la estupidez, ellas aman hasta la estupidez, ergo todo esto vale la pena. por lo menos eso repetimos desde alguna parte del pozo oscuro i húmedo que nos cobija. c'est la belle vie, c'est la belle vie, gritamos desde lo lúgubre i es una buena mentira.

la música.
así como en la literatura i la pintura, hay música que camina hacia le eternidad. una eternidad chiquitita, digamos, que se sujeta sobre una cultura, sobre un idioma i sobre unos gustos que nosotros suponemos eternos pero que están lejos de ser así. sin embargo esa es nuestra eternidad i eso díganselo a los viejos que creen que maneras de sobrevivir es plantar un hijo, criar un libro, tener un árbol. yo creo que la música de kevin johansen va a permanecer. yo espero que así sea, sino significa que no sé nada de música. kevin johansen va a permanecer porque no está nunca quieto. es revoltoso y ecléctico, el disco que escucho en éste momento tiene una chacarera, dos cumbias, una zamba, un tango, un bossa. un bossa cantado en inglés para más datos. kevin johansen habla de la mentira, habla de la infidelidad, de la calma, de latinoamérica, del carrete. kevin johansen habla de la izquierda. de una izquierda inquieta i sutil, amorosa, llena de sentido, urgente i necesaria. habla del corazón que está al sur i a la izquierda.
nuestra izquierda permanecerá porque nace de la certeza i porque somos los más bellos repartidores de alegría.

el carrete.
tramadol. así se llama el medicamento que me dijeron unos amigos chicos que te vuela mejor que nada. yo, que en los carretes nunca he pasado de la cerveza, el vino, los destilados en toda su amplitud, el hachís, la marihuana, el clonazepam y eventuales pipas con botellas plásticas, le temo a lo restante. en vez de restante podría decir "lo que viene despues" pero eso sería tener una idea de progreso en la droga. i el progreso no existe. la droga sí, i yo la encuentro en el bolsillo de atrás de mi banano, a la entrada del patio bellavista i en mensajes de texto. Se podría trazar una línea de nuestra historia personal con los carretes. nuestros cambios, nuestros momentos, nuestros looks i hasta nuestro sexo están reflejados en él. reflejadísimos, diría, ya se sabe que el carrete todo lo vuelve tremendo, como estar arriba de una lupa gigante. eso puede ser el detenerse a mirar nuestra historia trazada en una línea puesta debajo de una lupa, la bitácora de estos tiempos. mi amigo el nico se sorprendía hoy al pensar que no le importaba planificarse i que sin embargo entendía que "esto" iba hacia arriba pero no por mucho tiempo más. diez años cuando mucho. después el cabello en la almohada, los pliegues alrededor de los ojos, el pene todavia se para, pero ya no toda la noche. El carrete debe ser la instancia en que mejor comprendemos la trascendentalidad. una eternidad rodeada de bruma, que mejor la tapamos con el humo de los cigarros (lea aquí pito, si es su preferencia) i nos reímos coquetamente de ella. al otro día despiertas muerto. pero es una muerte corta que desaparece a la hora de almuerzo.

la levedad.
yo no podría tener muchos amigos, decía miles davis. no se me ocurriría de qué hablarles.

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