Es casi un cerro
con sus dos filas de autos por los lados
i sus líneas verdes, sus tarjetitas de residente.
Una vieja exige a gritos que cierre el portal,
me hago el gil i subo al ladito del rayado que dice "no mola"
i la pata violeta que pintó la amiga de la Laura.
A la altura del veinte saludo al negro de peñuelas,
aprovecho de cruzar la calle
mientras me grita "que pase buen día",
(como todos los buenos días).
Entro en la tinaja,
saludo a Veronica,
nuestra europea del este favorita.
Pido una cañita de noventa céntimos
i escribo mientras espero que me traiga un jamón serrano,
o unas croquetitas,
o lo que sea su cariño.
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