jueves, 12 de mayo de 2011

el centro de la imagen serán los malvones, pero hay también glicinas, verano, mate a las cinco i media, la máquina de coser, zapatillas i lentas conversaciones sobre enfermedades i disgustos familiares. Todo eso huele a ropa tendida, a almidón azulado, huele a jubilación, a factura surtida o sopaipillas, casi siempre a radio vecina con tangos.

semiología de un minuto de mierda.

La cara del Meme. Rojitas botando la polera. Alito en la mitad de la galería mirando al piso. El Leo desparramado en el pasto. Los ojitos rojos del Juanca. El Jairo, sí el mismo Jairito de todo el año, de rodillas. Las lágrimas de su viejo, las de su hermano chico. Poquito más arriba los brazos cruzados del Garfield. El paco que me mira y no sabe si pegarme o qué hacer. Las obscenidades desde el frente, don Nelson que se va corriendo, el Sergio puteando en argentino, el Emerson intentando levantar al Jaime, la cara del Meme otra vez. Un silencio de mierda, un pito en el oído, nada está pasando, no está pasando, no es verdá, la reja que se me clava en el muslo, no es verdá, la revoltura del atún en la guata, baje joven, bájame tu, conchetumadre, el pito que sigue en el oído, el panchito pasando delante, puta panchito, puta panchito por la rechucha, la tía que ya no grita nada; suelto el alambre de mi pierna, salto adelante, me arrodillo en la pista y dos seis diez, muchas, un montón de gotas que bien podrían ser sangre porque ya no siento nada y el colega que me va a abrazar y yo no le entiendo, solo el sabor a sal de los mocos en la boca y el lienzo que nunca me había dolido tanto sacar, recuerdo arriba de la cientoseis que va cruzando simón bolívar i lloro casi con vergüenza, tapándome la cara, como cada vez que pienso en ese día, como ahora, tres años después, cuando escribo esto.
 
 
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